Los migrantes alrededor del mundo están conectados mediante una variedad de vínculos. Las remesas han funcionado como tal, sirviendo al mismo tiempo para que los países de origen de los migrantes puedan tener más acceso a educación, salud y a una mejor calidad de vida. Pero las remesas no son solamente financieras (dinero). Los estudiosos de la migración están también hablando de remesas sociales y políticas, las cuales también ayudan a los países de origen de los migrantes mediante varios mecanismos.
Las remesas financieras son, básicamente, transferencias de dinero enviadas por un trabajador migrante a otra persona en su país de origen. Para 2012, las remesas globales de los migrantes a sus países alcanzaron los US $ 401 mil millones y se considera que compiten con la ayuda internacional y la inversión extranjera directa como una de las entradas financieras más grandes a los países en desarrollo. El gráfico 1 muestra el patrón de las remesas financieras recibidas, en promedio como porcentaje del PIB, en la región de América Latina. Hay un aumento exponencial desde 1990, alcanzando un pico en 2006 y disminuyendo desde entonces. Sin embargo, las remesas siguen siendo una importante entrada de dinero para la región. Bodomo et al (2013) argumentan que las remesas tienen la ventaja de ir directamente a la gente, a diferencia de la ayuda externa que probablemente sea malversada por gobiernos e instituciones.
Las remesas financieras no solo ayudan al hogar receptor sino también a la comunidad en general cuando se utilizan para gastos e inversiones, adquisición de viviendas, activos financieros y pequeñas empresas. La lógica es muy simple: las remesas aumentan los ingresos y los ingresos mejoran la calidad de vida. En este sentido, las remesas aumentarían significativamente no solo los ingresos en los países en desarrollo sino también en el mundo a largo plazo. Se ha encontrado empíricamente que los hogares que reciben remesas tienen una mayor probabilidad de invertir, en comparación con aquellos hogares que no reciben remesas. E incluso cuando la mayor parte de las remesas se destina a inversiones no productivas (consumismo), pueden tener un poderoso efecto multiplicador en las áreas de envío de migrantes locales y regionales que generan empleo e ingresos para aquellos hogares que no reciben remesas, lo que contribuye a aliviar la pobreza.
Estados Unidos es la mayor fuente de remesas para América Latina y el Caribe, con un total del 73 por ciento de la entrada total de remesas a la región en 2011. México fue el principal receptor de remesas de la región en el mismo año, representando 37 por ciento de ellos (Banco Mundial, 2013). En el caso de algunos países latinoamericanos, para 2015 las remesas constituían montos muy importantes como parte de su PIB. Por ejemplo, las remesas en Haití representan el 25 por ciento de su PIB, 18 por ciento en el caso de Honduras, 16.57 por ciento en el caso de El Salvador y 10.3 por ciento en el caso de Guatemala. Estos son números oficiales. Sin embargo, las remesas que se envían a través de canales irregulares son muy difíciles de rastrear y medir y, presumiblemente, son más grandes.
Por otro lado, las remesas sociales y políticas también pueden ejercer una gran influencia en la expansión de la libertad de las personas en los países emisores. Levitt (1998) define las remesas sociales como “las ideas, los comportamientos, las identidades y el capital social que fluyen de las comunidades de los países receptores a los emisores” (LEVITT, 1998; p.927). Este tipo de remesas generalmente se transfieren a través de canales de comunicación que los migrantes utilizan para mantenerse en contacto con sus familiares y amigos en sus países de origen.
Por último, se considera que las remesas políticas son la influencia que los migrantes pueden tener en el comportamiento político de sus familiares y amigos en los países de origen. Por ejemplo, estudios descubrieron que los no migrantes que tienen vínculos más fuertes con esos familiares en los Estados Unidos tenían más probabilidades de involucrarse más en la política, simpatizar más con un partido político y eran más propensos a persuadir a otros a votar por un partido específico. Los autores también encontraron que el uso de internet entre los no migrantes con fuertes lazos con los migrantes resultó en un mayor conocimiento e interés político. Aparicio y Meseguer (2012) también muestran cómo las asociaciones locales (Home Town Associations) juegan un papel muy importante en la cooperación con los países emisores, y que también sirven como un canal a través del cual los migrantes pueden involucrarse e influir en la política en sus países de origen. Además, el flujo de remesas aumenta en los años electorales, lo que evidencia tanto la influencia que los migrantes pueden tener en los países de origen como la mayor participación política de aquellos en el país de origen que reciben remesas en comparación con aquellos que no recibas ese ingreso.
De esta forma, vemos como hay tres tipos de remesas identificados por los estudiosos, los cuales tienen la capacidad de influenciar fuertemente los países de origen de los migrantes. Éstos, al migrar, tienden a mantener vínculos fuertes con sus familiares y amigos en sus países de origen. Cuando estos últimos enfrentan algún tipo de dificultad financiera, social o política, se activa el vínculo que los une a los migrantes y las remesas comienzan a fluir.
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