El establecimiento de relaciones diplomáticas de China con algunos países de Centroamérica, son vistas desde Washington con mucho escepticismo, tanto, que han llegado a catalogarlas como “prácticas predatorias”. Sin embargo el avance del país asiático es imparable, debido al macro proyecto denominado “La Franja y La Ruta” que contiene un abanico de posibilidades de inversión, comercio y cooperación muy atractivo para los países de la región. Este escenario sitúa a estos últimos en un dilema complejo, que los re dirige a meditar la posición de dependencia y orientar su política exterior a la apertura de nuevas e inciertas oportunidades.
La creciente y cada vez más visible presencia de China continental en la subregión, es observada con preocupación desde Washington ante el peligro que esto supone para sus intereses en la zona, no es de extrañarse que el mismo John Bolton actual Asesor de Seguridad Nacional del presidente tildase de “prácticas predatorias” la expansión de China por América Latina. Actualmente, son tres los países de la subregión que han consolidado relaciones diplomáticas con China. Para el caso, Costa Rica en 2007, Panamá en 2017 y finalmente El salvador en 2018; Sin embargo, dicho sea de paso según datos de la Comisión Económica Para América Latina (CEPAL) del año 2018, los restantes países mantienen relaciones comerciales a través de diversas instituciones con China. Por ejemplo: Guatemala con la Cámara de Cooperación y Comercio China-Guatemala (CCCG), Honduras a través de la Cámara de Comercio e Inversiones Honduras-China y el Consejo Hondureño de la Empresa Privada (COHEP) y finalmente Nicaragua a través del consejo Chino para el Comercio Internacional (CCPIT) (pág. 14). El punto medular gira entorno a la apertura y diversificación de los ámbitos de acción y acuerdo que confiere de forma bilateral las relaciones diplomáticas.
Las relaciones comerciales entre China y la subregión mantienen un comportamiento dinámico. Cabe destacar que a nivel regional la importancia de China para Latinoamérica y el Caribe ha incrementado notoriamente a consecuencia de la complicación de sus relaciones con los EE.UU. debido a la política proteccionista del presidente Donald Trump (Lavút, 2018). Coyuntura que no ha dejado pasar por alto el país asiático, tal es el hecho que China es en la actualidad el segundo socio comercial de cada uno de los países centroamericanos, con excepción de Guatemala donde México todavía ocupa esta posición. (Dussel Peters, 2018)
No obstante, Estados Unidos aún conserva su posición de primer socio comercial y político con Centro América, los acuerdos alcanzados en ámbitos económicos, políticos y de cooperación reflejan la histórica influencia en la zona. Basta con mencionar el Plan Alianza para la Prosperidad con el triángulo norte que engloba aspectos de cooperación en seguridad y desarrollo, o el tratado de libre comercio CAFTA-DR que otorga privilegios arancelarios, son ejemplos de acuerdos de mayor relevancia multilateral. Ahora bien, aunque Centroamérica ha buscado diversificar su comercio exterior, la concentración en Estados Unidos sigue siendo muy alta (Dussel Peters, 2018).
Bajo esa premisa cabe preguntarse ¿Por qué la preocupación de Washington por la tendencia en el establecimiento de relaciones diplomáticas de estos países con China? La réplica a tal cuestionamiento es el macro proyecto denominado “La Franja y la Ruta” impulsado por China desde 2013. Este súper proyecto a escala mundial, aún sin ejecución, en pocas palabras pretende la construcción de una infraestructura bien diversificada de transporte, que incluye líneas ferroviarias y autopistas, puertos marítimos y aéreos, instalaciones energéticas y de telecomunicaciones concomitantes. No es un secreto que todas estas obras pueden ser usadas tanto con fines económicos como militares (Lavút, 2018).
Las claves que pueden guiarnos a entender el punto geoestratégico de Centroamérica es el acceso a ambos océanos que facilita el canal de panamá, así como el incipiente desarrollo de los puertos de la costa del Pacifico y la inacabada estructura vial y ferroviaria. De igual manera acuerdos como el CAFTA-DR o el acuerdo de Asociación de la Unión Europea con Centro América son puntos notoriamente estratégicos que podrían otorgar ventajas arancelarias que pueden ser aprovechados por China para el acceso a los mercados de EE.UU y Europa. Por otro lado, el avance en el establecimiento de relaciones oficiales, faculta la ampliación y diversificación de los acuerdos, principalmente en el área de libre comercio como ya se ha materializado con Costa Rica con el tratado de libre comercio en vigor desde 2011 y la puesta en marcha de negociaciones con panamá en esa misma línea.
Los países de la zona, deberán de interactuar con cautela frente a las intenciones de China, para no repetir una relación de dependencia como la que mantienen algunos países con EE.UU. No es novedad que algunos países, unos más que otros, dependen de la economía estadounidense, como es el caso llamado Triángulo Norte, que según datos del informe de la CEPAL de 2019, el monto de remesas ascendió a 28.670 millones de dólares para 2018 (CEPAL, 2019), el mismo documento señala que la economía regional se expandió alcanzando un 4,0 % gracias al consumo privado debido al aumento de las remesas; Por otro lado como ya se ha señalado EEUU sigue siendo el primer socio comercial y de cooperación internacional de la zona.
Los países al sumarse a La Franja y la Ruta deberán tener en cuenta que las autoridades chinas han explicitado que este no es un plan basado en donaciones, si no en inversiones que siguen criterios de mercado (Esteban & Otero Iglesias, 2015), de allí que su principal institución es el Banco Asiático de Inversión e Infraestructura. Los proyectos tan grandes que ofrece China es una cosa nueva, su implementación está relacionada con grandes préstamos y, por tanto, con el aumento considerable de su deuda externa (Lavút, 2018). Cabe agregar que las actuales relaciones comerciales demuestran por un lado una enorme brecha tecnológica y del valor agregado del comercio. Costa Rica fue la excepción en cuanto al nivel tecnológico de sus exportaciones y puntualmente resultado de sus exportaciones de electrónica de la planta de Intel desde 2000 (Dussel Peters, 2018). Por tanto deberán considerar la magnitud de los acuerdos que prefieran alcanzarse, pensando por un lado en la capacidad de pago ante una posible adquisición de deuda, así como en términos comerciales procurar una balanza comercial estable.
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