Reflexiones sobre las elecciones presidenciales de El Salvador

El Salvador ha dado un paso importantísimo en su historia democrática al darle la Presidencia de la República a Nayib Bukele, quien es el presidente más joven de América Latina y quien destruyó, por amplio margen, al bipartidismo que gobernó a El Salvador desde 1989.  Ante tal acontecimiento, hay muchas cosas positivas sobre las cuales vale la pena reflexionar un poco. 


   El pueblo se ha dado cuenta de que, mientras vivamos en democracia, él tiene el poder de poner y quitar gobernantes aunque dichos políticos manejen el sistema entero, y los políticos se han dado cuenta también de que ya no pueden comprar la voluntad de un pueblo con un vaso plástico, una lámina o un calendario. Sólo ahí ya ganamos mucho. Esta fue la principal razón por la cual yo me sumé a este esfuerzo. Nuestra historia nos regaló el momento y las condiciones perfectas para poder hacer un cambio profundo. Era hora de garantizar la alternancia en el poder. Es saludable para una democracia el que se garantice un equilibrio entre los poderes del estado y entre las fuerzas políticas que lideran una nación. Y es saludable para el pueblo reconocer cuando es hora de exigir la rendición de cuentas a su partido político.

   El Salvador no es un país que se caracteriza por manifestaciones o protestas masivas en las calles. A veces parece que, silencioso, acepta y baja la cabeza ante las injusticias y ante la tan arraigada corrupción. Pero este pueblo también tiene un límite, y respondió de la mejor manera ante todos los escándalos de corrupción: respondió votando y sacando del poder de manera democrática a quienes tanto daño nos han hecho durante décadas. Y en una democracia funcional, dicho veredicto se respeta a cabalidad.

   Los partidos políticos deben hacer una renovación profunda en sus estructuras. Este ha sido el principal mensaje que se puede leer al analizar los resultados de la última elección presidencial. Existe un cansancio generalizado con la forma en la cual se ha hecho política durante las últimas tres décadas y con la forma en la cual los partidos políticos han funcionado, apropiándose de la dirigencia mientras los verdaderos líderes solamente son vistos como parte de las bases. Si los partidos políticos tradicionales no saben leer este mensaje, estarán destinados a una nueva derrota electoral en las próximas elecciones legislativas y municipales en 2021 y a desaparecer de la vida política de El Salvador.

   Un aspecto muy importante que marcó la diferencia en este proceso electoral fueron las redes sociales, que definitivamente, han revolucionado la política en el mundo entero. Y ahora sabemos que al usarlas correctamente podemos llegar a muchísimas personas que antes estaban excluidas. Históricamente, los medios de comunicación han sido el filtro de toda la información que llega al pueblo, y han sido ellos quienes deciden lo que el pueblo debe o no debe saber. Eso es parte de la historia. Las redes sociales nos han permitido combatir la desinformación (de nuevo, al saberlas usar correctamente) y también nos han permitido casi que desnudar políticamente a nuestros gobernantes. Ahora ellos saben que algo que digan hoy puede y será usado en su contra dentro de 5 años, o más. Ahora ellos saben que si hacen algo indebido, toda la población lo sabrá y no habrá escapatoria. Y quien más gana con esto es el mismo pueblo.

   Otra cosa muy positiva es el hecho de que estas elecciones tuvieron muchísima observación nacional e internacional, que vigiló que dicho proceso fuera libre y transparente, garantizando así la validez de los resultados. En mi labor como observador pude ver la participación de muchas personas preocupadas porque este proceso fuera transparente, y me siento muy satisfecha de haber contribuido un poco a este fin. No quedó la oportunidad para hacer fraude, porque miles de personas estuvimos alerta y peleamos porque la ley se cumpliera a cabalidad.

   Ahora bien, aún hay un porcentaje importante de la población que sigue creyendo que un partido político va a resolver los problemas del país, y defienden a dicho partido político a capa y espada. Hay otro porcentaje importante que aún no se interesa por involucrarse o participar en la vida política del país. Es a ellos a quienes más debemos concientizar; no es un partido político el que nos sacará de donde estamos, somos nosotros mismos. Ya nos deshicimos de dos partidos (no tan) opuestos que han engañado a la gente haciéndoles creer que una ideología nos puede salvar. Ya dimos un paso importante reconociéndolo y haciendo algo al respecto. Como pueblo, ya hicimos la primera parte, que era evitar que ARENA y el FMLN estuvieran en el poder, pero esto es sólo el comienzo. Ya reconocimos que un político no nos va a arreglar la vida y es hora de trabajar juntos, sin importar nuestra ideología. Un país no se salva con una ideología, un país se salva con el trabajo conjunto de sus habitantes que suman esfuerzos dentro y fuera del país, y con el trabajo de personas honestas que realmente tengan vocación de servicio a la comunidad. Es hora de empujar juntos hacia un futuro más prometedor.

Dr. Ana Figueroa

 

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