Análisis sobre los resultados electorales de las presidenciales en El Salvador de 2019

Los comicios presidenciales celebrados el 3 de febrero de 2019 en El Salvador, han marcado indiscutiblemente la historia democrática del pequeño país centroamericano. Su impacto ha trascendido las fronteras, situándolo en diversos medios de comunicación a nivel internacional, como un evento trascendental, no sólo por el contexto histórico, sino por la victoria con un amplio margen de votos frente al principal rival, de una figura política novedosa, distante de los partidos tradicionales, con un discurso pragmático desprovisto de ideologías y con medidas anticorrupción como bandera.


      La fórmula presidencial de Nayib Bukele, el candidato presidencial fundador del partido Nuevas Ideas y que de manera circunstancial participó junto con la bandera del partido GANA, se proclama como ganadora indiscutible en primera vuelta, de los comicios celebrados el 3 de febrero en El Salvador; cuyo resultado del escrutinio final según el TSE obtuvo 1,434,856 votos,  lo que se traduce en el 53.1% de los votos escrutados, seguido de su principal oponente Carlos Calleja, candidato por la Coalición conformada por cuatro partidos encabezada por ARENA, quedando en segundo lugar con el 31.7% y por último el candidato del partido oficial FMLN Hugo Martínez con un porcentaje de 14.4% respectivamente.

 

                                                                             Fuente: Periódico Porttada, datos obtenidos del TSE.

    Los datos presentados confirman la amplia victoria con un margen de error muy reducido, de lo que las encuestas nacionales e internacionales predijeron en sus sondeos. Algunas de las claves del éxito, podría situarse en primer lugar por el contexto social, político, económico y de seguridad del país, con altos niveles de corrupción impunes, pobreza, violencia exacerbada en un horizonte económico incierto para el país. En segundo lugar el factor digital facilitó la información y la reflexión de la memoria histórica, caracterizada por administraciones con casos claros de corrupción, lo que se traduce en las condiciones cada vez más deplorables en el aspecto económico y social.

     Por otra parte, la utilización efectiva de las redes sociales, propició la organización y coordinación de la población dentro y fuera del país, con el deseo de buscar una alternativa política, al tradicional sistema partidario de la posguerra, hecho consumado con la obtención de más de doscientas mil firmas, que constituyeron al partido Nuevas Ideas en agosto del 2018.

     Nayib Bukele, revistió a un líder con las condiciones necesarias para enfrentarse al sistema establecido desde la posguerra, si bien demostró una amplia capacidad de administración durante los dos periodos en los que fue alcalde de Nuevo Cuscatlán en el 2012 y posteriormente en la Capital San Salvador en 2015. Su legado no solo muestra la ejecución de numerosos proyectos en favor del desarrollo educativo, cultural y de infraestructura. Su proyecto emblemático, fue la revitalización del Centro Histórico de la capital, obra destacable que demostró la eficiencia y competencia en la cosa pública.

      El conjunto de propuestas presentadas por la fórmula ganadora, calaron en el pensamiento de la población. La presentación del denominado “Plan Cuscatlán”, concentra un cúmulo de medidas encaminadas al desarrollo del país, a través de la cultura, la educación, seguridad, comercio, inversión extranjera y una política exterior abierta y basada en el interés nacional. De modo que, el convencimiento generado a través de una figura nueva y acorde con sus obras en las anteriores administraciones; cautivaron a militantes y aquellos que no se identificaban con ningún partido, para otorgarle la confianza y apoyo durante todo el proceso.

      La ciudadanía políticamente informada, al elegir a Nayib Bukele como presidente demostró que la vinculación ideológica de antaño, impulsada por los partidos políticos, solo representa la perpetuidad de administraciones deficientes e impide la adaptación a las nuevas demandas de la población e incluso a la posición que debe ocupar el país en un contexto globalizador. El mensaje crucial que arroja el resultado, debe de ser reconocido por todas las fuerzas políticas, con el propósito de reestructurarse y motivar el cambio hacia modelos de pensamiento más acorde con las exigencias y retos de las sociedades contemporáneas.

      La victoria de una tercera fuerza y el final del bipartidismo tradicional, pueden ser retomados como un referente a nivel internacional de manifestación democrática y pacífica; alternativas que actualmente son tan necesarias ante los diversos gobiernos que mantienen prácticas fraudulentas y autocráticas; sin mencionar la crisis de credibilidad del sistema democrático que pervive en el continente, donde la participación cada vez disminuye. Los retos a los que la sociedad salvadoreña se enfrenta son innumerables, y deberá de mantenerse firme y crítica ante los funcionarios designados y mantenerse organizado e informado con miras hacia los comicios parlamentarios y locales del 2021.

   Concluyendo, podría decirse que el punto crucial y medular del cambio de gobierno, es el empoderamiento que le ha otorgado a la ciudadanía el acceso a  la información a través  de los medios digitales, que han favorecido el análisis crítico y valorativo de las administraciones anteriores, así como el acceso en tiempo real de las actividades del Estado para poder denunciar y manifestar el descontento de manera inmediata y masiva. En pocas palabras, la población ha comprendido de forma pragmática el significado de soberanía y del valor real del derecho al sufragio. Los dirigentes, deberán de reinventarse y reconocer el respeto de la población; ya el filósofo político Jean Jaques Rousseau lo dijo en su obra emblemática del contrato social: “Aunque el gobierno pueda regular su política interior como le plazca, no puede jamás hablar al pueblo más que en nombre del soberano, es decir más que en nombre del pueblo mismo; cosa que no hay que olvidar nunca”.

Guillermo Ramirez

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