El poder presidencial, el gran problema de Chile

Piñera como Presidente de Chile, siempre ha sido criticado por la forma y manera de expresar sus opiniones y propuestas, lo que ha demostrado este estallido es que el presidente no tiene discurso político aliado a la sensibilidad de la ciudadanía.


   Si bien, es uno de los hombres más ricos de América Latina y dentro del 1 por ciento más rico de Chile, siempre se jactó de escuchar y sentir como suyos los pesares del pueblo. Nunca ha sido así. Su gabinete comunicacional, también ha sido criticado, pero a la luz de las expresiones y frases, Piñera no se deja aconsejar por nadie antes de dar un discurso, sus palabras parecieran viscerales y sin una organización plausible, sino más bien una copia de discursos anteriores y expresiones de su pensamiento político. Si se ven los mensajes del año 2011 y los de hoy, parecieran días continuos. Cada palabra de Piñera es bencina para el pueblo de Chile.

   El pensamiento conservador de Chile, aliado ideológicamente al ejército, pareciera ser solo una unión en sus ideales morales y políticos, ya que en sus discursos y logística, parecieran estar siempre funcionando individualmente. A la luz de esto, el Presidente Piñera anuncia en cadena nacional por televisión, internet y radios que “Chile se encuentra en Guerra, contra un enemigo poderoso e implacable”; a lo que el comandante a cargo de las Fuerzas Armadas respondió un día después: “yo soy un hombre feliz, y que no estoy en guerra con nadie”. Junto a esto, y en la memoria de la gestión del presente mandatario, está lo ocurrido con el comunero Mapuche Camilo Catrillanca (Noviembre 2018), en donde policía, ejército y gobierno expusieron discursos disímiles en cuanto a su asesinato, concordando luego de semanas en que fue un asesinato a un hombre desarmado y no involucrado en lo que en un momento el Ministro Chadwick había señalado como ladrón de autos.

   Es este último ministro, mano derecha y primo del Presidente, quién ha sido el más cuestionado desde el comienzo de las manifestaciones, recurre a la verborrea que está implantada en su ADN desde la época de su juventud, en donde era admirador y cercano a las juventudes Pinochetistas (agrupados en el gremialismo político), refiriéndose al movimiento social como una estrategia de grupos violentistas y organizados, que actúan coordinadamente para desestabilizar el gobierno. Lo que no hace más que enfurecer a la población, ya que este movimiento es acéfalo, sin una cabeza o un grupo que puedan dialogar o reprimir. Este estallido social es genuino y social, solo llamado por una angustia a no poder vivir tranquilamente y con la incertidumbre en cada etapa de la vida si van a poder sobrevivir o no.

   Al no tener un líder con quién hablar y teniendo sus fantasmas de la época de los setenta, el gobierno jugó su carta más dura, a menos de 24 horas de las manifestaciones, los militares salieron a la calle. Sin embargo, el estallido es tan abrumador y tan avasallador que solo esto trajo más furia y se comenzó el terrorismo de Estado en Chile. Rodrigo Bustos, jefe jurídico del INDH (Instituto nacional de Derechos Humanos), detalló que el Instituto ha presentado hasta ahora 46 acciones judiciales, de las cuales 37 son querellas y 9 son recursos de amparo. Cinco de las querellas son por homicidios, 8 por violencia sexual, y 24 por apremios ilegítimos o torturas”. Por su parte CNN, informo de 18 muerto en los que se encuentra un menor de edad, el que fue arrollado por un vehículo que embistió contra la manifestación en San Pedro de la Paz.  

   Todas estas muertes, que el Gobierno insiste que han sido legítimas y provocadas en represalias a los saqueos de tiendas de abastecimientos de los sectores más vulnerables, han desatado una ola de respuestas de la sociedad: primero, los mismos vecinos, asustados por los medios de comunicación y por la historia de los autogolpes militares, defienden los lugares de abastecimientos para que no entren saqueadores, poniendo muchas veces a ciudadanos versus ciudadanos. Segundo, las manifestaciones en su generalidad han convocado a la no violencia, desarrollando actos artísticos y familiares, citando diariamente en Santiago y Regiones a multitudes descontentas, las que muchas veces se ponen a dialogar con militares y policías, llegando a mostrar imágenes tan irrisorias como partidos de voleybol, bailes folclóricos y juegos entre manifestantes y uniformados. Tercero, las redes sociales ha sido el medio más fuerte para la difusión de videos de maltratos y violencia policial, así como instrumento de búsqueda de personas detenidas y que no se sabe su paradero de detención. Cuarto, los movimientos sociales como NO MÁS AFP (el sistema de pensiones), los deudores educacionales, los sindicatos de obreros, particulares y empleados, estudiantes secundarios y universitarios, organizaciones feministas y por la igualdad de género, los trabajadores fiscales, de la salud y la CUT (Central Unitaria de Trabajadores) se han hecho parte de estas manifestaciones y acuden al llamado legítimo por sus propuestas que nunca se han visto reflejadas en el gobierno.

   Estas organizaciones y el movimiento popular chileno hace movilizaciones no por el alza de 30 pesos del pasaje de metro, se moviliza por equiparar de alguna manera el país más desigual de la OCDE y el que en el que para cambiar de clase social, hacen falta cuatro generaciones. El movimiento chileno busca dignidad, ya los chilenos no aguantan el abuso contra sus ancianos, estudiantes y trabajados precarios. Chile y su clase trabajadora se cansaron de la incertidumbre del futuro, se cansó del modelo económico, de los políticos vitalicios y de la desigualdad salarial.

   El descontento no se terminará nunca, lo que el Gobierno pretende es la jugada del “desgaste” en donde los participantes cada vez vayan agotando sus energías y vean las respuestas del gobierno como válidas. A la luz de los 5 días seguidos de manifestaciones y de la casi nula respuesta del gobierno (solo una batería de medidas que son migajas), el presente no tiene término. Una de las consignas más fuertes que se escuchan y que más se repite es: Piñera renuncia. Y es un malestar a lo que representa Sebastián Piñera, un hombre que hizo su fortuna en base al fraude económico y que amparado bajo la dictadura de Pinochet, supo sacar provechos y apoderarse de un capital económico enorme para jugar su mejor juego: la economía. La ciudadanía ve en Piñera el problema. A saber, el Presidente de Chile evitó pagar contribuciones de una de las propiedades que posee en uno de los ríos del sur chileno, más de 26.000 dólares, el presidente nunca dio respuesta a esto, sino más bien hizo un jacto de su patrimonio dejando entre dicho que: dentro de todo sus propiedad se le olvidó las contribuciones. En Chile, este tipo de evasión los políticos la perdonan, la de un estudiante en un metro no y se criminaliza.

Eduardo Mella Flores

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